Bacalao Club Ranero, al pil-pil, a la vizcaína, frito con pimientos, al horno, en tortilla, pimientos rellenos… ¿Sabes por qué en Bilbao hay tantas recetas de bacalao? Dicen que en 1835 un pequeño empresario, José María Gurtubay, envió un telegrama a su proveedor inglés en el que le pedía 100 o 120 bacaladas, y que éste leyó la “o” como un cero y le envió… 1.000.120 piezas. El pedido llegó poco antes de que Bilbao quedara sitiada en la Primera Guerra Carlista y el ingenio popular hizo el resto: el bacalao se convirtió en uno de los platos más populares de la ciudad con decenas de recetas.
Curioso, ¿verdad? Pues es solo una de los cientos de chirenadas que hay sobre la ciudad y su gente: una de ellas, precisamente, es que tienen un diccionario propio con decenas de palabras que solo entienden los bilbaínos. Por ejemplo, chirene es alguien gracioso, ocurrente, algo excéntrico y bromista. Pero si te llaman sinsorgo o borono, mejor deja de hablar y mosquéate porque es todo lo contrario.
¿Quieres conocer algunas de las muchas curiosidades que hay sobre la “capital del mundo”? Acompáñanos.
- Harino Panadera, origen del barrio de Irala. ¿Sabías que la calle Irala se llama así por Juan José de Irala y Arriola, un empresario que edificó varios bloques de viviendas entre los años 1908 y 1916 para alojar a los trabajadores de su empresa, la popular Harino Panadera? Juan José de Irala empezó a trabajar en la panadería de sus parientes, Alonso Hermanos, con 17 años, y fue nombrado gerente en 1880. Pero dos años después consiguió comprar el negocio, que estaba repartido entre las calles Hernani y San Francisco. A finales de 1902, Irala fundó la Harino Panadera S.A. y presentó en el Ayuntamiento un proyecto para construir cuatro casas cuádruples para sus trabajadores. La iniciativa tuvo tanto éxito que en 1915 el rey Alfonso XIII colocó la primera piedra de la sexta manzana de viviendas. Irala falleció el 10 de febrero de 1917 en el chalet "Gure etxea" del barrio de Iralabarri.
- ¿A qué debe la Grúa Carola su nombre? La Grúa Carola es la única que sobrevivió a la desaparición de los antiguos Astilleros Euskalduna, donde hoy se levanta el Palacio. Está situada frente al Museo Marítimo y cuando funcionaba se encargaba de elevar y trasladar las piezas de los barcos hasta la zona de ensamblaje. Pero lo más chulo de todo esto es el origen de su nombre. Todos los días una joven llamada Carola cruzaba la ría para ir a trabajar al Sagrado Corazón, y para ello tenía que atravesar las instalaciones del astillero. La joven se hizo tan popular que los operarios pusieron su nombre a la grúa, que permaneció en activo hasta el mismo cierre de los Astilleros Euskalduna, en 1987.
- Origen del trofeo “Pitxitxi”. Uno de los bilbaínos más ilustres es Rafael Moreno Aranzadi, alias Pitxitxi: sobrino de Miguel de Unamuno y de Telesforo Aranzadi, Pitxitxi nació en la calle Santa María en 1892, y aunque fue campeón de jabalina de Bizkaia, se hizo famoso como jugador del Athletic. Él fue quien marcó el primer gol en San Mamés el día de su inauguración, el 21 de agosto de 1913, contra el Racing de Irún, y también marcó en el primer partido de la Selección en las Olimpiadas de Amberes de 1920. En 1926, cuatro años después de su muerte por tifus, el escultor Quintín de la Torre le hizo un busto de bronce. Todavía hoy, casi un siglo después, todos los equipos que visitan por primera vez La Catedral depositan un ramo de flores en la escultura de Pitxitxi. Finalmente en 1953, se decidió crear el trofeo Pitxitxi al máximo goleador de Primera División.
- El bombero Echániz y el Gargantúa. ¿Alguien no conoce a Gargantúa? Es una figura enorme que se traga a los niños por la boca y los expulsa por la retaguardia tras caer por un tobogán interior. Pues su creador fue Clemente Antonio Etxaniz Ariznavarreta, un carpintero y maestro de obras reconvertido en bombero, al que Bilbao ya ha dedicado una plaza. Etxaniz decidió adaptar a Euskadi una figura diseñada por François Rabelais y construyó un muñeco de madera enorme con la forma de un baserritarra preparado para zamparse a quien se pusiera por delante. Gargantúa tuvo tanto éxito que cada vez que sufría daños, como cuando una bomba lo destrozó durante la Segunda Guerra Carlista, se construía uno nuevo… así hasta tres veces. Hoy sigue tragándose a los niños y niñas que visitan El Arenal durante Aste Nagusia. Su creador, don Antonio Echaniz, falleció el 7 de junio de 1867 junto con otros tres compañeros durante el incendio de una imprenta situada en la calle Correo.
- ¿Por qué se llama la Campa de los Ingleses? Hemos paseado por ella un montón de veces… sin saber que fue un cementerio. La Campa de los Ingleses es una de las zonas más bonitas de Bilbao: va desde un tramo del muelle de la orilla izquierda del Nervión que empieza bajo el Puente de La Salve, pasa frente al Guggenheim y termina en el Muelle de Churruca. Pero desde la segunda mitad del siglo XVIII fue un cementerio que acogía a todos los británicos fallecidos en Bilbao en aquella época. A medida que la actividad marítima y comercial de la zona fue creciendo, se planteó la posibilidad de trasladarlo a una zona más apropiada y en mayo de 1929 el cementerio se llevó a Loiu, en una operación de traslado que fue bendecida por el obispo anglicano de Gibraltar. A media que pasó el tiempo, la Campa de los Ingleses se usó como terminal de contenedores durante la etapa industrial de Bilbao. Y hoy es uno de nuestros sitios favoritos para hacernos selfies.
- La baldosa de Bilbao. No se sabe muy bien cuál es su origen pero la baldosa de Bilbao es un símbolo, como la barandilla de la Concha en San Sebastián o Celedón en Vitoria. Su dibujo decora pañuelos, vajillas, ropa, pulseras, jabones, tartas… ¡hasta La Otxoa le ha dedicado una canción! Lo que sí se sabe es que hay casi 70 millones de baldosas en Bilbao, que cada año se reponen más de 600.000 y que las primeras se fabricaron en hormigón con virutas de hierro y arena gruesa. Se diseñaron con su forma de roseta era evitar que se formaran charcos. Pero este idilio de los bilbaínos con algunas de sus baldosas se rompe los días de lluvia. ¿Sabes por qué? Algunas baldosas han tenido problemas de sujeción al suelo y bailan al pisarlas. Los días secos no pasa nada, pero si lo haces un día lluvioso te pones perdida. De ahí la expresión “ha llovido hacia arriba”. La usan las personas que aparecen con los pantalones, zapatos y calcetines empapados.