Es una de las ciudades más bonitas de Europa y por eso se convirtió en el destino vacacional de la realeza, la nobleza y la gente más rica y próspera del sur de Europa, pero también ha sido lugar de reunión de espías, artistas... Donostia tiene una historia alucinante que ha dado lugar a miles de curiosidades y anécdotas interminables. Solo con el Zinemaldi y la Tamborrada podríamos hacer varios posts, pero para no aburrirte demasiado hemos elegido las cinco que más nos han llamado la atención. ¿Quieres conocerlas?

Willem Dafoe y la promoción de su peli en el Zinemaldia

Aunque el Festival de Cine de San Sebastián nació en 1953 como una iniciativa de un grupo de empresarios para dar un relumbrón a la ciudad, no fue hasta cinco años después cuando consiguió reconocimiento internacional. Fue gracias a Kirk Douglas, que fue a la ciudad a presentar su película de aventuras Vikingos. Pero también gracias al maestro del suspense Alfred Hitchcock, que ese mismo año estrenó su genial Vértigo y recorrió junto a su esposa, la guionista Alma Reville varias localidades del País Vascofrancés. Pero una de las anécdotas más sonadas del Zinemaldi tuvo como protagonista a Willem Dafoe, que acudió a la presentación de su película La última tentación de Cristo. Dicen que, después de tomar unos cuantos vinos, al ver la enorme figura del Cristo del monte Urgull dijo: “Aquí sí que sabéis promocionar una película”.  Lo que no sabemos es si sus acompañantes le dejaron feliz con esa idea o le intentaron convencer de que esa figura ya estaba allí antes de que él llegara.

 La Bella Easo, un error

Los antiguos geógrafos creían que bajo la actual Donostia se encontraba una antigua ciudad romana llamada Easo, aunque las referencias también mencionan los nombres de Olearso, Olarso y Oeaso. Esta es la razón por la que a Donostia se la ha conocido tradicionalmente como la Bella Easo... hasta hace algún tiempo. Los últimos estudios han determinado que la situación que ocupó esa ciudad romana no se corresponde con la ubicación actual de San Sebastián, sino con la fronteriza Irún. A pesar de ello, a Donostia se le sigue conociendo así, sencillamente porque es una de las ciudades más bonitas que hay. Hoy, la plaza Easo es un espacio central del barrio de Amara.

La sirena bélica

Si estás paseando por la ciudad a mediodía y escuchas una sirena bélica, no corras: no es un aviso de bombardeo ni una orden de evacuación. A finales del siglo XIX la mecha de un cañón que se encontraba en la plaza Gipuzkoa se prendía a las 12.00 horas porque el sol se alineaba con una lupa que apuntaba a la mecha. Cuando el cañón desapareció en 1930, el periódico El Pueblo Vasco recuperó la costumbre e hizo sonar una sirena en su oficina de la calle Garibai. Y aunque el periódico cerró sus oficinas en 1936, la Relojería Internacional se trasladó allí y mantuvo la tradición.

Tramos distintos en la barandilla de La Concha

Es el icono de la ciudad, tiene réplicas en Sitges, Madrid y Barcelona, y más de un siglo de antigüedad. La barandilla de la Concha se hizo popular con la renovación integral del paseo, durante el reinado de Isabel II, pero fue inaugurada oficialmente por Alfonso XIII en 1916. La barandilla tiene 271 tramos, pero hay uno diferente al resto, en la zona de la Caseta Real, y otro que está del revés, de forma que la flor mira a la Playa. No se sabe muy bien por qué, pero nadie lo ha cambiado.

Mata Hari se hospedó en el Hotel Londres

¿Sabías que la mítica espía Mata Hari anduvo con sus tejemanejes por Donostia y se alojó en el Hotel Londres? Ocupó la habitación 322 antes de ser detenida en París en octubre de 1917. Pero no estuvo solo una vez en la ciudad y en el mismo hotel, qué va. Su primera visita se produjo en 1914, poco antes del atentado del Archiduque Francisco Fernando de Austria que dio origen a la Primera Guerra Mundial, y la segunda, en 1916, en plena contienda. Mata Hari, como la mitad de los espías europeos, aprovechaba la neutralidad del país y la posición estratégica de San Sebastián para intentar que el Estado español se involucrara en la Guerra. La ciudad era un hervidero de espías, muy a su pesar, pero también lugar de reunión de millonarios, jeques, marajás y artistas como Bolo Pachá, Arthur Rubinstein, Sara Bernhard, Raquel Meller, Elizabeth Bedlington y la mítica Mata Hari.

Chulas, ¿verdad? Pues si tienes alguna otra anécdota o cosa curiosa sobre la ciudad, escríbenos un comentario y compártela con nosotras.