Construir edificios, barcos, coches, aviones, o reproducir a Batman, Superman e incluso personajes reales como Michael Jackson o el mismísimo Barack Obama. ¿Quién no ha jugado alguna vez con un Lego? Esta empresa danesa de juguetes forma parte de la cultura de varias generaciones en países de todo el mundo. ¿Cuál es el secreto de tamaño éxito?

Ladrillos de colores que se pueden combinar para dar vida a lo que uno se proponga. Unas sencillas piezas de plástico son la base del éxito de Lego desde su nacimiento en 1932 (los primeros bloques de Lego de plástico capaces de acoplarse entre sí surgen en 1958; antes eran juguetes de madera). Aunque el trayecto no ha sido un camino de rosas. La historia de esta compañía fundada por el carpintero Ole Kirk Christiansen en Billund (Dinamarca) es un ejemplo de cómo superar una crisis y salir fortalecido.

Hoy en día Lego es una marca tan conocida como Coca-Cola, Apple, Disney o Google, pero lo que mucha gente no sabe es que hace apenas un década su supervivencia pendió de un hilo. La revolución digital la puso contra las cuerdas.

La andadura de Lego se había caracterizado por un crecimiento sostenido. Juguetes divertidos a la vez que educativos conquistaron millones de hogares durante tres generaciones sin sobresaltos a nivel empresarial. Lego creó hasta parques temáticos propios. El negocio iba viento en popa.

Riesgo de quiebra y vuelta a las raíces

piezas Lego

Con la llegada de los años noventa los videojuegos profanaron el territorio del entretenimiento infantil hasta ahora dominado por la empresa nórdica. Empezó una época marcada por una diversificación errante. Lego quiso abrir muchas ramas de negocio diferentes: ropa infantil, relojes, series… Una por una iban fracasando.

En el año 2004 se tocó fondo. Los número rojos sepultaban a Lego. Entonces llegó el cambio. El dueño y nieto del fundador Kjeld Kirk Kristiansen prescindió de productos y personas. Eran tiempos duros. Apareció en escena un tal Jorgen Vig Knudstorp, un exconsultor de McKinsey que decidió que había que volver a los ladrillos. Una vuelta a los orígenes que sería el trampolín a una segunda época de bonanza. La sencillez como camino al éxito.

Lego se adaptó al nuevo mercado haciendo lo que mejor sabía hacer: bloques de plástico interconectables. Las ventas volvían a crecer a un buen ritmo del 25% y en 2012 Lego superó a Mattel y se convirtió en el primer productor de juguetes del mundo.

Innovación continua

Hay quienes aseguran que hoy en día hay 80 bloques de Lego por cada persona en el mundo. Un éxito planetario que no se limita a los niños. La marca danesa ha recuperado a esos adultos cuya infancia estuvo marcada por los ladrillos de colores.

Escolares en la First Lego League     robot en la FLL Euskadi

Pero la lucha contra la tecnología y otras amenazas del siglo XXI no había hecho más que empezar. Desde su recuperada posición de poder Lego volvía a expandirse y diversificarse, esta vez con éxito. Sirva como ejemplo su amplia presencia actual en el ecosistema de los videojuegos (desde Harry Potter a Batman pasando por el Señor de los Anillos). Innovación continua como base del éxito.

En los últimos años Lego ha sacado al mercado una película, certámenes de innovación para escolares (First Lego League), una línea dedicada a Star Wars… y también ha construido nuevas fábricas. La Cultura Lego goza actualmente de buena salud, pero la otrora fábrica de juguetes de madera no baja la guardia. De hecho, la compañía danesa está preparando su asalto al mundo de la impresión 3D. Será interesante el “duelo” contra una sociedad “abducida” por los dispositivos móviles. ¿Existe algo capaz de remplazar a un Lego?