El rugby inclusivo es mucho más que un deporte con placajes, melés y ensayos: es una puerta a la integración de personas con diversidad funcional que está dando buenísimos resultados. Esta modalidad se ha extendido ya por medio mundo, también aquí en Euskadi. Es una actividad exigente y física, nada que no pueda superar sus ganas de disfrutar y su espíritu de superación.

Moisés San Mateo es el presidente del Gaztedi, el primer club que creó un equipo compuesto por jugadores con diversidad funcional y dinamizadores. Y después de cinco años de funcionamiento, el resultado es “fantástico”: “Hemos creado un entorno de igualdad en el que los jugadores dejan de ser personas con diversidad funcional y se convierten en jugadores, a secas, que son tratados de tú a tú por el resto, sin distinciones”.

Koldo Gómez, responsable del club Universitario Bilbao, coincide con esta idea: “Para los jugadores es como otro mundo, una experiencia que nunca habían vivido porque pueden participar en un deporte que les abre la puerta a la inclusión, que les hace sentirse más integrados”.

Euskaltel blog_rugby inclusivo

Pero no sólo los jugadores con diversidad funcional disfrutan de este deporte. Jon Insauspi, el responsable del club Hernani, asegura que el rugby inclusivo también es beneficioso para los dinamizadores: “Nos enriquecemos mutuamente porque a nosotros nos aporta entusiasmo, las ganas de hacer algo novedoso… Es un elemento de socialización para ambos”.

Koldo explica que, como la mayoría de losdinamizadores no ha tenido una experiencia similar antes, su principal miedo a participar en estos equipos se debe a que “no saben cómo será su relación con personas con diversidad funcional”. “Cuando ven lo que hay y cómo les afecta a ellos y la alegría que tienen, se deshacen en ayudarles, en acompañarles… en todo, y se lo pasan muy bien”.

El resultado se ve en los campos de entrenamiento y cada vez que se juega un partido. En el campo y en la grada. “Están emocionados y eso se ve en cada entrenamiento. No se pierden ni uno, y si lo hacen es porque están enfermos. En cualquier otro equipo siempre suele haber faltas por estudios o por otras razones, pero aquí no hay faltas. Y sus familias tampoco fallan, están al borde del campo”, explica Koldo.

En Euskadi hay cuatro equipos de rugby inclusivo: Getxo, Universitario Bilbao, Hernani y Gaztedi. No existe una competición oficial, pero los cuatro juegan entre ellos en topaketak que organizan en sus respectivas localidades. Las reglas son similares a las de los partidos de rugby convencionales, aunque con cierta flexibilidad: cada equipo alinea a 15 participantes, a partir de 16 años. De ellos, siete son jugadores y los otros ocho, dinamizadores (educadores y familiares). Si las condiciones físicas de los participantes lo permiten, los equipos juegan dos tiempos de 40 minutos cada uno, y los árbitros son oficiales aunque no siempre aplican el reglamento a rajatabla.

Esto nos lleva a la pregunta del millón: ¿Por qué el rugby, que es una actividad física y de contacto, y no otra, para practicar deporte inclusivo? Koldo Gómez lo tiene muy claro: “El rugby puede ser complicado en cuanto a las reglas pero no se necesita una habilidad específica por parte de los jugadores: se trata de coger el balón con las manos y tirar hacia adelante. Tiene reglas complejas, pero no requiere una habilidad tan específica, como el fútbol con los pies por ejemplo. Además, tu compañero es muy importante porque debe ir detrás de ti para que le puedas coger el balón. Por eso la labor de los dinamizadores es importante”. Y también porque “integra a todos por igual: personas de cualquier complexión; rápidas y lentas; chicos y chicas”.

Hernani Rugby inclusivo

Y, además, “es divertidísimo”. Porque aunque sea una actividad educativa, el objetivo es divertirse. “No nos importa tanto la competición, y eso lo dejamos claro en cada topaketa: es diversión para los jugadores y para los dinamizadores”, insiste Koldo. Diversión, sí, pero también deporte. Porque muchas personas con síndrome de Down tienden al sedentarismo, y esta es una forma fantástica de combatirlo. Por eso Moisés dice que, además de ser un entorno divertido y de igualdad para jugadores y dinamizadores, uno de sus principales beneficios es que es “una actividad muy saludable”.

Aunque esta disciplina está muy extendida en los países anglosajones y en Argentina, todavía le falta mucho camino por recorrer en nuestro entorno, sobre todo por falta de respaldo y recursos económicos. Estos equipos se mantienen gracias a las fichas de sus jugadores, a las subvenciones y al patrocinio de empresas como Euskaltel.

Porque, como explica Jon, “si queremos que estos equipos se mantengan y tengan futuro, tienen que estar subvencionados de alguna manera por entidades públicas o privadas”. “Nosotros nacimos de la nada y si queremos seguir creciendo es imprescindible que recibamos ayuda económica”.

Koldo recuerda que el rugby inclusivo es una actividad que tiene “un beneficio social que nadie puede obviar”. Y por eso afirma que “el apoyo de una empresa como Euskaltel significa poder existir. En ocasiones la discapacidad va asociada a la pobreza y su apoyo significa poder viajar en autobuses, tener el material adecuado… todo. Sin su apoyo sería muy complicado mantener un equipo inclusivo”.

Por último, Moisés considera que lo más importante de todo es obtener “reconocimiento” porque los equipos de rugby inclusivos “solo existen en el papel”. “No hay seguros federativos, ni posibilidad de que un jugador pueda hacerse una ficha federativa en otro equipo”, explica. “Lo que hace falta es normalidad, el mismo apoyo que reciba cualquier otro deporte”

Por eso anima a todos los sectores de la sociedad a colaborar con ellos para mejorar la integración de las personas con discapacidad. Igual que hicieron sus clubes, el Gaztedi, el Hernani y el Universitario Bilbao, hace ya varios años. Todos asumieron una parte de responsabilidad en este tema y abrieron sus puertas a la integración de personas con diversidad funcional. “Pero si todos, sociedad, empresas e instituciones, abriéramos las puertas a esta posibilidad, el mundo cambiaría”, asegura Koldo, porque “el deporte inclusivo es trasladable a todos los ámbitos de la vida”.