Vitoria-Gasteiz es la capital administrativa de Euskadi y uno de los puntales del ecologismo urbano y la movilidad. Tiene más de 70 kilómetros de itinerarios para peatones y ciclistas, y un increíble anillo verde formado por los parques de Armentia, Zabalgana y Salburua. Todo ello la convierte en una de las mejores ciudades que hay para vivir. Su nombre, Nueva Victoria, se lo puso Sancho VI de Navarra cuando la fundó en 1181… pero de su apellido, Gasteiz, poco se sabe. Unos creen que era el nombre de una colina desde la que se veía la antigua zona amurallada; otros, que proviene de una ermita… Y lo que nosotras añadimos es que es una pasada de ciudad, que tiene una historia increíble y un montón de curiosidades. ¿Quieres conocer algunas?
Pasado medieval
¿Sabías que los caballeros templarios, origen de un montón de leyendas medievales, también cabalgaron por Álava? Esta orden fue fundada en 1118 para proteger a los peregrinos cristianos en los Santos Lugares. Eran mitad monjes y mitad guerreros y se les identificaba por la Cruz Patada, ésa que tiene brazos se estrechan al llegar al centro. Pues esta cruz preside varias iglesias románicas distribuidas por todo el territorio, como la de Tuesta, Santa Columba o el yacimiento de Iruña-Veleia. Y también figura en el documento de fundación de la villa de 1181, y en varias ventanas y farolas de la ciudad. De hecho, hay quien dice que, como la barandilla de La Concha en el caso de Donostia, y la baldosa, en el de Bilbao, esta cruz se ha convertido en el símbolo de Vitoria-Gasteiz.
El fantasma Andresito, algo más que una leyenda
¿Has oído hablar del fantasma Andresito? Durante muchos años ha circulado una leyenda sobre un niño que se pasea de noche por la sede de la Agencia Tributaria, en la calle Olaguíbel. El edificio está construido sobre el antiguo convento de San Francisco, que fue derruido a principios del siglo XX, que seguramente albergó numerosos enterramientos, y sobre el que pesa la maldición de su antigua propietaria. Pues desde que se levantó el nuevo edificio comenzaron a circular testimonios de funcionarios, vecinos y guardias de seguridad que aseguraban escuchar ruidos raros por las noches, carreras y hasta botes de pelota. Aunque estos fenómenos permanecieron silenciados durante años, los guardias de seguridad del edificio juraban haber visto cómo un niño y un anciano bajaban las escaleras cogidos de la mano o se aparecían por los pasillos del edificio, siempre con la mirada perdida; los vecinos afirmaban escuchar risas de pequeños, y los funcionarios aseguraban que los muebles cambiaban de sitio cada noche. Con el paso del tiempo incluso apareció una grabación en la que aparecía un niño vestido con una bata de dormir blanca que a veces llevaba una pelota bajo el brazo y otras se le veía montando un patinete. No sabemos si será verdad o no, pero el misterio sigue sin resolverse y hasta la Policía Nacional habló de este tema durante mucho tiempo en su propia página web. ¿Será por algo?
El pozo de la Virgen Blanca
Con todos los embalses que hay hoy en Vitoria, y resulta que a finales del siglo XIX se pusieron a cavar un pozo para encontrar agua en la mismísima Plaza de la Virgen Blanca. En aquella época había problemas de abastecimiento y el Ayuntamiento encargó un estudio para localizar el mejor sitio en el que perforar un pozo. Un ingeniero francés llamado M. Alphonse F. Richard decidió que la mejor zona era la antigua Plaza del Mercado, donde hoy se ubica la Plaza de la Virgen Blanca. Y… voilá! Empezaron a cavar en 1877… pero cinco años después, cuando el pozo ya tenía una profundidad de más de un kilómetro, tomaron la decisión de parar, y consiguieron dos logros: el primero, que no encontraron ni una gota de agua, y el segundo, que ese pozo batió el récord mundial de profundidad. Al final el Ayuntamiento decidió construir un depósito en El Campillo, y llevar el agua desde el Gorbea. Una placa conservada en el Museo de Ciencias Naturales recuerda este fiasco de la ingeniería.
Barajas de cartas por todo el mundo
Aunque no lo sepas, hay al menos una cosa que tienes en común con James Bond, el agente 007: los dos habéis jugado con cartas fabricadas por la empresa que fundó Heraclio Fournier en Vitoria hace casi 150 años. Esta mítica empresa de Vitoria fabrica las cartas con las que juegas con los colegas al tute y al mus, pero también las que se reparten al póker y al blackjack en los casinos más glamurosos del mundo como Mónaco, Estoril, Venecia, Manila… La empresa tiene 1.500 distintos tipos de cartas, fabrica cerca de 14 millones de barajas al año y es una de las empresas más emblemática de la ciudad. Por cierto ¿alguna vez te has preguntado qué significan los palos de la baraja? Pues se corresponden con las antiguas clases sociales: los oros, a la monarquía; las copas, a la Iglesia; las espadas a la nobleza, y los bastos, al pueblo.
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