¿Sabías que algunas de nuestras danzas tradicionales llevan bailándose más de 500 años? Está claro que siempre nos ha gustado bailar: de hecho, en Euskadi, tenemos cerca de 300 grupos de baile con miles de dantzaris.
Para que te hagas una idea, se cree que el aurresku o la soka-dantza se bailaba ya en el siglo XV, que se popularizó a partir del s. XVIII. Pero los tiempos cambian y las danzas tradicionales conviven ahora con adaptaciones más modernas y bailes contemporáneos. ¿Recuerdas a los siete dantzaris que bailaron en el concierto de los Crystal Fighters en la gala de entrega de los premios MTV? Pues es solo una muestra de las muchas adaptaciones que tienen hoy en día nuestros bailes tradicionales.
En Euskaltel también tenemos una buena cantera de dantzaris, y por eso hemos querido que algunos de nuestros compis nos cuenten cómo viven su afición, de dónde les viene y qué futuro le ven.
Andoni Lemoniz
Por ejemplo, nuestro compañero de Seguridad Andoni Lemoniz empezó en la euskal-dantza a los 12 añitos y, aunque la tradición familiar le tiraba más hacia los coros y los orfeones, la realidad terminó imponiéndose:
Mi voz no era mala, pero tampoco estaba muy cotizada… y menos mal porque, si no, habría llovido mucho más en Euskadi
Andoni recuerda que empezó a bailar casi de forma clandestina, hace ya unos cuantos años, en un almacén de gaseosas en Algorta y que enseguida su grupo se enganchó a la ezpatadantza.
Solía ensayar 3 días por semana, los lunes, miércoles y sábados por la mañana, cuando los grupos de chicos y chicas se podían juntar para aprender mixtos, jotas, polkas…
La euskal dantza “es fuerza, orgullo, orígenes…” y según Andoni, si la practicas entre amigos, se convierte en una forma de vida ya que la euskal dantza les unió como grupo, hasta el punto de que de ahí salieron muchos amigos y amigas, novios y novias, matrimonios, etc.
Hoy en día, Andoni tiene la danza un poco abandonada, pero si su grupo se lo pide intenta hacerlo como cuando era bastante más joven aunque levante la pierna un poco menos ;) .
Ahora ya no hay tantos grupos como antes, las danzas se han perfeccionado y los valores han cambiado, pero Andoni cree que pueden convivir a la perfección con WhatsApp e Instagram y las nuevas tendencias, como se vio en la gala de los MTV y en otros eventos como en la salida de La Vuelta en Getxo, donde un dantzari bailó un aurresku sobre una bici.
Nerea Lupardo Atutxa
A nuestra directora de Relaciones Institucionales también le gusta la mezcla de tradición y modernidad: se confiesa tan fan de las compañías de danza contemporánea Kukai y Aukeran como de los formatos tradicionales. Su afición le llegó cuando era txiki y entró en los primeros grupos que se formaron en Arrigorriaga para aprender euskera con la revista Kili-kili y los grupos de txistus y danzas. Y como Andoni, aunque la tradición familiar tiraba más hacia los coros, ella optó por el baile en el grupo Aritza.
Años después, Nerea ha retomado su afición de la mano de Aritz Berri Dantza Taldea y participa tres veces al año en dantzaldis de distintas localidades: Euskal Ezkontza, el Carnaval de Lantz, las fiestas de Arrigorriaga, celebraciones populares…
Se trata de mantener viva la cultura popular y de que los más jóvenes participen y tengan acceso a ella
Lo mejor de la danza es participar en los grupos, los ensayos, los pintxo-potes y las cenas. Bailar es un instrumento que, además de saludable, crea buen ambiente. Por eso, se reúne con sus compis una vez a la semana para “dar energía al cuerpo, al ritmo y a la coordinación”.
Y por eso también cree que la danza vive un momento dulce.
Aritz Berri tiene más de 120 personas inscritas y esa cifra es absolutamente positiva para un municipio pequeño. Hay mucha juventud y gente adulta tomando parte en este proyecto, y eso resulta alentador de cara al futuro. La danza une a las personas al margen de sus ideas, es un nexo de unión y generador de buen ambiente
Rafa Bañales
A nuestro gerente de Experiencia de Servicio en Cliente la danza le ha permitido pegarse unos viajes de aúpa. Gracias a ella y a su participación en grupos como Iruñako Duguna Taldea ha podido conocer otros países como Polonia, Inglaterra, Sevilla, Lugo… ¡Y su grupo ha bailando hasta en Japón!
A mí me ha servido para hacer muchos amigos y para viajar. En la época del instituto y la Universidad era una forma de garantizarme un gran viaje en verano. Cualquier festival era bueno en aquella época y nos teníamos que pelear por ir porque ¡no había sitio para todos!
Claro que con esos viajes, la dedicación debía ser proporcional: Rafa recuerda que en su última etapa activa, antes de retirarse, ensayaba todos los días durante dos horas. Incluso después de dejar de bailar siguió vinculado a este mundo y dio clases de danza a Zubia Dantza Taldea, de Gares. Esa afición que él mismo ha contribuido a fomentar es la que permite afrontar el futuro con optimismo.
Hoy en día se están haciendo variaciones y fusiones impresionantes, de muchísima calidad. Eso es posible porque existe una base sólida de dantzaris, con muchas ganas de aportar y experimentar, y un público que se entrega en las actuaciones y sigue demandando más y más
Según su experiencia, cuando bailaban fuera de Euskal Herria, los espectadores se sorprendían, ya que pocas danzas tradicionales requieren de tanta técnica y nos confiesa que todavía nos quedan muchas actuaciones sorprendentes por ver y por disfrutar.
Begoña Zuazola Kareaga
El caso de nuestra compañera de Recursos Humanos es algo distinto: su pasión por las danzas vascas ha evolucionado después de 25 años, al Lindy hop, un estilo de baile que popularizaron bailarines afroamericanos en Nueva York en los años 30. Pero el caso es bailar, porque desde que vio una actuación de euskal dantzak a los 10 años no ha parado de hacerlo. Ahora le dedica un par de horas a la semana, pero antes invertía mucho más tiempo porque además de aprender también impartía clases.
Para mí era más que un hobbie, porque acabas haciendo cuadrilla con tus compañeros de baile y los viajes que haces unen mucho
De hecho, en su opinión lo mejor de la danza no solo es practicarla, sino juntarse con otras personas ya que bailar es divertido y muy gratificante y al juntarlo con los compañeros se convierte en una forma completa de socializar. Sin embargo, cree que la gente en la actualidad se involucra de una forma diferente a como lo hacía antes, y por eso resulta más complicado conseguir que participe en las actividades y se relacione. Y eso que las euskal dantzak “encajan con muchos ritmos”, hasta el punto de que la canción de korrika de este año integra diferentes tipos de baile en torno a una misma música.
Como ves, a nuestros compis les une la pasión por las danzas vascas casi tanto como las ganas de pasárselo bien junto a otros dantzaris. ¿Y a ti? ¿También te gustan euskal dantzak? Anímate y escríbenos un comentario con tu mejor experiencia.