Entrevistamos a Josep Piqué, empresario, economista y experto conferenciante internacional que acaba de participar en la Jornada Tecnológica 'Nuevos tiempos, nuevas oportunidades', recientemente organizada por Euskaltel, en la que se han abordado las tendencias y experiencias de éxito en la transformación digital de las empresas.

Cada época aparece marcada por la tecnología disponible en ese momento. ¿Qué papel juega la tecnología en el mundo actual?

J.P.: La tecnología siempre ha jugado un papel central en la definición del escenario político y económico global del momento. Desde la Edad de Piedra o la de los Metales a la tecnología naval que permitió las grandes navegaciones a partir de finales del siglo XV, pasando por la Revolución Industrial y la hegemonía de Occidente en los últimos siglos. La continuidad histórica de China como sujeto político va estrechamente ligada a su superioridad tecnológica y, por ende, militar. Y la pérdida de esa superioridad a mediados del XIX explica también su obsesión por recuperar su hegemonía global a través de esa superioridad tecnológica, hoy claramente asociada a la revolución digital y a sus desarrollos en términos de Inteligencia Artificial, Big Data, Blockchain, Machine Learning, etc. La tecnología vuelve a jugar un papel central en la evolución del orden mundial.

'La tecnología vuelve a jugar un papel central en la evolución del orden mundial'

No se cuestiona la necesidad de desarrollar y desplegar tecnología pero el tema se complica cuando se habla de colaboración o de intercambio de información, ¿dónde nos dejan esos individualismos? ¿Cómo se pueden superar esas barreras y recelos?

J.P.: La revolución digital es tan compleja y multisectorial que no puede abordarse desde la perspectiva de un actor concreto, tanto político como empresarial. Más que nunca, debemos acostumbrarnos a las alianzas y a la cooperación, incluyendo la público-privada. Y asumiendo que, si no es así, no se tendrá éxito.

Ya tenemos aquí la Inteligencia Artificial. Estamos viendo su utilidad en el sector sanitario o en el militar, pues forma parte del reciente pacto AUKUS entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos. ¿Qué aporta la IA a un mundo en pandemia y geopolíticamente tan complejo?

J.P.: La IA no sólo ha venido para quedarse, sino que cada vez será más vital para ser competitivos en cualquier ámbito. La IA va mucho más allá de lo que han representado revoluciones tecnológicas anteriores, que sustituían músculos por máquinas. La IA sustituye neuronas por máquinas, asumiendo que muchísimas actividades que hoy se desarrollan con el talento humano, pueden hacerlo más eficientemente con la IA. El talento humano siempre será imprescindible, pero su ámbito de actuación se irá centrando en aquello que sobrepasa la capacidad de una máquina, particularmente aquello ligado a las emociones, la intuición o la creatividad. Pero la IA hará las cosas más fáciles al permitir la concentración del talento y a su especialización.

'La IA hará las cosas más fáciles al permitir la concentración del talento y a su especialización'

Una sociedad hiperconectada e digitalizada pone a prueba la privacidad de los datos y dirige la mirada hacia cómo protegerlos sin menoscabar libertades, ¿cuáles son las principales medidas que se están adoptando y discutiendo en este sentido?

J.P.: En ese terreno, la Unión Europea ha tomado una posición de liderazgo. Su capacidad regulatoria se transforma en global por la potencia de su mercado interior, a pesar de no contar con grandes empresas tecnológicas propias, como Estados Unidos o China, o de no estar en la punta de la innovación y del I+D y debemos ser conscientes de que, detrás de eso, hay un evidente debate sobre los valores a preservar. El derecho a la privacidad o a la intimidad y su protección frente a poderes empresariales o políticos es esencial para preservar las sociedades abiertas, basadas en la libertad y en la igualdad de oportunidades y derechos de las personas. El fondo de la cuestión estriba en quién es el propietario de los datos y en cómo se gestionan. Como es evidente, tal cuestión es respondida de manera distinta en sociedades no occidentales o incluso entre la propia Europa y Estados Unidos. Está en juego la garantía de los derechos individuales frente a abusos desde el poder político o desde posiciones de dominio de mercado.

Cada día nos encontramos con informaciones sobre ciberataques en empresas de cualquier sector, tamaño o ubicación. Así que la ciberseguridad se ha convertido en una de sus principales preocupaciones, ¿cuáles son las principales amenazas y cómo deben afrontar este riesgo las empresas? ¿Realmente están tan expuestas?

J.P.: La ciberseguridad es un tema que debemos afrontar con mucha seriedad y con mucho rigor. Los ciberataques son una realidad creciente y las empresas están cada vez más expuestas. Los riesgos de no hacerles frente son altísimos, incluido el de desaparecer del mercado. Hay que invertir y hay que aliarse con las empresas que garanticen una protección efectiva, sabiendo que eso requiere de una adaptación constante y que no se resuelve de una sola vez.

Innovación, transformación digital, Big Data, IoT... ¿tiene futuro una empresa que no invierta en tecnología?

J.P.: La empresa que no invierta en la digitalización de sus comportamientos, procesos y productos desaparecerá del mercado más pronto que tarde, como aquellas empresas que en el pasado no se adaptaron a la evolución tecnológica. No hay proteccionismo que valga. Solo vale la adaptación constante a una realidad que cambia vertiginosamente.