Vivimos en un entorno volátil, complejo y ambiguo. Cada día nos enfrentamos a las exigencias de un entorno laboral tensionado; a relaciones con clientes y proveedores rápidas y exigentes; a demandas familiares y sociales en un mundo hiperconectado y global; al exceso de información...
Estas circunstancias ponen a prueba nuestra capacidad de adaptación y en múltiples ocasiones también nos generan ansiedad. Pero el estrés no es el problema. El estrés es una respuesta natural y adaptativa que nos ha permitido sobrevivir. Lo que es perjudicial es estar constantemente con la alerta activada, lo que llamamos estrés crónico.
Porque llega un momento en el que lo percibimos casi todo como una amenaza y ni siquiera valoramos de manera consciente los recursos de los que disponemos para afrontar los desafíos que se nos presentan. No nos paramos a reflexionar, a respirar; en general, no nos paramos. Aquí entra en juego la práctica de la Atención Plena o Mindfulness.
El Mindfulness apuesta por enfocar nuestra atención en el momento presente sin juzgar y sin distracciones de pensamientos futuros o pasados. El presente significa estabilidad. Sólo de este modo podemos prepararnos para afrontar el futuro con solidez y solvencia.
Así lo han entendido ya muchas empresas. Más del 20% de las empresas punteras del mundo apoyan y fomentan entre sus equipos la práctica continuada y el entrenamiento en Mindfulness, y cada día son más las que se suman a los beneficios de esta disciplina para entrenar la atención.
En Euskaltel nos gustar estar cerca de nuestras empresas y de las personas que las componen. Como asesor tecnológico, nuestro papel pasa por aportaros herramientas y recursos que os ayuden a realizar vuestra actividad. Y en ocasiones no hablamos de recursos materiales ni tecnológicos, sino de recursos que ayuden a fortalecer la resiliencia emocional para manejarse de manera más sabia en la incertidumbre, especialmente en una situación tan complicada como la actual derivada de la crisis del COVID-19.
Mindfulness es estar presente. Es un estado de implicación absoluta en la tarea que estamos realizando: focalizamos el objetivo y concentramos energía y recursos en la realidad que se nos presenta en cada momento.
¿Y qué beneficios puede aportarnos en una empresa?
- Potencia el autoconocimiento
- Mejora nuestra habilidad para escuchar, comunicarnos, gestionar emociones o problemas
- Potencia la Inteligencia Emocional como competencia clave en este momento (empatía y auto-regulación emocional)
- Desarrolla habilidades de liderazgo
- Mejora en la toma de decisiones
- Favorece la gestión del cambio en un entorno volátil e incierto
- Aumenta la capacidad de concentración
- Nos permite elegir la respuesta más adecuada al contexto y a las circunstancias
- Facilita la gestión del estrés y mejora la calidad de vida
En definitiva, sus beneficios son visibles en un montón de cualidades tan necesarias como útiles en nuestro entorno laboral.
En este momento en el que nos encontramos es especialmente importante entrenar nuestra mente y la atención, cuidarnos y permanecer cerca de nosotros mismos con la mente, el corazón y el cuerpo alineados y conectados. Nuestra vida personal y profesional nos lo agradecerán.
En medio de esta incertidumbre, las empresas tenemos la capacidad de generar la confianza que la sociedad está necesitando. Y ello requiere de un liderazgo que esté en contacto con la realidad, que se ocupe del futuro. Un liderazgo responsable y consciente que inspire e influya desde el ejemplo, un liderazgo desde dentro hacia fuera que nos acompañe en el cambio y que comprenda la interconexión con todo lo que nos rodea.